domingo, 16 de octubre de 2011

CUBA: Muere Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco

Pollán, en primer término, en una de las marchas de las
Damas de Blanco

La líder de las disidentes Damas de Blanco cubanas, Laura Pollán, de 63 años, ha fallecido este viernes por la tarde en La Habana después de sufrir un paro cardiopulmonar, según confirmó la bloguera Yoani Sánchez a través de Twitter.

Pollán estaba ingresada en un hospital en grave estado de salud, producto de un tipo de dengue que se complicó con otro virus y con una enfermedad crónica de la paciente -diabetes-, informó este viernes la portavoz de ese grupo, Berta Soler.

Después de varios diagnósticos errados, el equipo médico del hospital 'Calixto García' de La Habana, confirmó la noche del jueves a sus familiares y allegados que la líder de las Damas de Blanco padecía de un dengue tipo 4.

El viernes por la tarde el cuadro se complicó y los galenos tuvieron que practicarle una traqueotomía. La paciente continuó con fiebre alta y más tarde sufrió un paro cardio-respiratorio.

Los últimos mensajes publicados por Yoani Sánchez a través de Twitter decían que el esposo de Pollán, Hector Maseda, había entrado a la sala de terapia intensiva para verla y que afuera había decenas de amigos esperando. La noticia vino segundos después, cuando Maseda salió diciendo que había fallecido.

La hija de Pollán, Laura Labrada, y la disidente Bertha Soler, también confirmaron el fallecimiento a la prensa local. La bloguera Yoani decía más tarde: "Se han llevado el cuerpo en una ambulancia. No han dejado a Maseda acompañarla. ¿Qué pasa aquí? El hospital tomado militarmente".

Muere en la lucha

Laura Pollán, maestra de profesión, decidió romper el hermetismo y salir a las calles de La Habana a manifestarse en 2003, cuando su esposo, Héctor Maseda, fue condenado a 20 años de cárcel por sus ideales políticos. Él fue arrestado junto con otros opositores en lo que se llamó la "Primavera Negra".

Para ganar fuerza en su lucha, Pollán comenzó a reunirse con otras mujeres a las que les había sucedido lo mismo que a ella, sus esposos o hijos estaban presos por pensar diferente, con penas de entre 6 y 28 años de cárcel.

Como distintivo, las damas comenzaron a vestirse de blanco y llevaban gladiolos en las manos para exigir al Gobierno la liberación de decenas de disidentes cubanos, no sólo sus familiares. Se hicieron llamar 'Las Damas de Blanco'.

Después de haber sufrido represiones y amenazas, y de haber marchado insistentemente por varios años, Pollán pidió en 2009 al cardenal cubano Jaime Ortega que intercediera por ellas y sus familiares presos ante el Gobierno de la isla. Lo consiguió.

Ese fue el empujón para un inédito diálogo ente la Iglesia y el Gobierno de Raúl Castro que llevó a la liberación de decenas de presos políticos, entre ellos su marido - que integraba el grupo de los 75 presos liberados-, la mayoría de los cuales tuvo que irse a España y otros países con sus familiares.


FUENTE: http://www.elmundo.es/america/2011/10/14/cuba/1318608194.html

Actualizado viernes 14/10/2011 20:17 horas


Laura se fue, Laura no está…

Por los mismos días en que Laura Pollán agonizaba en terapia intensiva, en la televisión retransmitían un esquemático serial donde se injuriaba a la líder de las Damas de Blanco. Entre los signos más notables de la falta de grandeza del gobierno cubano está su incapacidad para respetar al adversario político, incluso cuando éste se está muriendo. Un sistema que se regodea tanto en el ritual funerario de los suyos, se comporta desconsiderado a la hora de tratar los difuntos de los otros. Esa ausencia de compasión lo llevó a desplegar anoche un burdo operativo policial dentro y fuera del hospital Calixto García, a cambiar el cuerpo de Laura varias veces de ambulancia para que no supiéramos hacia qué morgue lo llevaban y finalmente a no sacar, siquiera, una breve nota necrológica en la prensa nacional. Si honrar honra, en este caso denigrar denigra. Han perdido una última oportunidad de aparentar –al menos– que son piadosos.
¿Cómo se sienten ahora todas esas mujeres llevadas a gritar y a insultar frente a la puerta de Neptuno 963? ¿Qué estarán pensando en este mismo momento los miembros de la tropa de choque que zarandeó y golpeó a Laura el 24 de septiembre pasado? ¿Algún remordimiento entre los oficiales de la Seguridad del Estado que dirigieron tantos mítines de repudio contra una señora pacífica que pasaba de los sesenta? ¿Cuál de ellos va a tener al menos la humildad de musitar una condolencia, de aventurar un pésame? Lamentablemente, para todas esas preguntas la respuesta sigue siendo el infinito rencor ideológico del que no sabe rendir tributo al contrincante. Laura se les fue –se nos fue– y perdieron la oportunidad de reparar tantas infamias. Creyeron que por colgarle epítetos degradantes, impedirle salir de su casa, acusarla de “apátrida”, iban a evitar que la gente se acercara y la quisiera. Pero en la madrugada pasada, una funeraria repleta de amigos y conocidos negaba el efecto de tal satanización.
Laura se fue y ahora todos los actos de odio que hicieron contra ella resuenan más grotescos. Laura se fue y nos dejó un país desperezándose de un totalitarismo vetusto que no sabe decir siquiera “lo siento”. Laura se fue, para tristeza de su familia, de sus Damas de Blanco y de cada gladiolo que ha crecido y crecerá sobre esta Isla larga y estrecha. Laura se fue, Laura no está y no hay un solo uniforme verdeolivo que parezca limpio frente al blanco resplandor de su indumentaria.


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