miércoles, 20 de agosto de 2014

JORGE LUIS BORGES, el más universal de los escritores argentinos y uno de los "clásicos" que haya dejado el siglo XX: su poesía LOS DONES.









Los dones

 
Jorge Luis Borges

Nadie rebaje a lágrima o reproche 
esta declaración de la maestría 
de Dios, que con magnífica ironía 
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños 
a unos ojos sin luz, que sólo pueden 
leer en las bibliotecas de los sueños 
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día 
les prodiga sus libros infinitos, 
arduos como los arduos manuscritos 
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega) 
muere un rey entre fuentes y jardines; 
yo fatigo sin rumbo los confines 
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente 
y el Occidente, siglos, dinastías, 
símbolos, cosmos y cosmogonías 
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca 
exploro con el báculo indeciso, 
yo, que me figuraba el Paraíso 
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra 
con la palabra azar, rige estas cosas; 
otro ya recibió en otras borrosas 
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías 
suelo sentir con vago horror sagrado 
que soy el otro, el muerto, que habrá dado 
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema 
de un yo plural y de una sola sombra? 
¿Qué importa la palabra que me nombra 
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido 
mundo que se deforma y que se apaga 
en una pálida ceniza vaga 
que se parece al sueño y al olvido.

25 años sin Borges: 

Nadie rebaje a lágrima o reproche...

El 14 de junio de 1986, en la ciudad de Ginebra, fallecía el más universal de los escritores argentinos y uno de los "clásicos" que haya dejado el siglo XX. "Gaceta Mercantil" propone un recorrido borgeano.

Por Martín Ungaro

¿Qué decir de novedoso acerca de un mito tan caro para muchos argentinos y, por extensión, para los habitantes del Planeta Literatura? ¿En cuál de los Borges podemos hacer hincapié? Pese a la insidia de la pregunta y a la desconfianza que generan decenas de trabajos acerca del "objeto cultural Borges" y cientos de textos críticos sobre su obra, hay algunas respuestas posibles: Hablar del Borges más político, el de contradicciones determinantes. Del habitante de mundos de ficción. Del poeta que agradeció la "maestría" y la "ironía" de un dios en el que desconfiaba. Del que invirtió el adagio de León Tolstoi y resolvió pintar el mundo para pintar su aldea. Todos estos que mencionamos -y otros más que los límites de un artículo impiden incluir- son también Jorge Luis Borges, el más universal de los escritores argentinos que el 14 de junio de 1986 murió en Ginebra. Como San Martín, Sarmiento, Alberdi o Cortázar, lejos de su patria.

Si tomamos al personaje histórico, no podemos sino apuntar a uno de los mejores retratos que se hayan hecho. En "Borges, una biografía", el escritor Horacio Salas se ajusta a la etapa de formación y al entorno, es decir, al sujeto social formado por un ambiente. Esa trayectoria lleva al lector desde una saga borgeana hasta "eso que nadie puede definir: un argentino", en palabras de Jorge Luis. Y esa indefinición nacional es importante porque el escritor contradictorio -y a veces púdico- nunca se decidió entre ser "un europeo nacido en el exilio" o "un argentino antiguo, de raíz".

La genealogía. Salas elabora con la paciencia de un historiador las distintas etapas de formación, desde una relación de dependencia con "Madre" y "Padre", hasta la lealtad incondicional hacia personas que fueron cruzando su historia: su hermana Norah, los amigos de su padre Evaristo Carriego y Macedonio Fernández y, por supuesto, el inefable Bioy Casares. Esa trama de relaciones muestra a un Borges limitado por la dependencia sentimental y económica, acosado por las intrigas del amor (tema que muchos críticos ha eludido cuidadosamente o siquiera han tenido en cuenta) y sugestionado por aquello que no le pertenece como clase social.

Luego de trazar un minucioso árbol genealógico de Borges, que incluye rosistas, mitristas y partidarios de Justo José de Urquiza (parte de la masa fundadora de la argentinidad), Salas revisa esa extraña pasión del autor de "Ficciones" por los arrabales, la orilla, los cuchilleros y, por transferencia, la gauchesca, género al que muchos críticos atribuyen su clausura en manos del bardo ciego. Los viajes por Europa parecen ser la otra pata de la formación borgeana. El amor por Suiza -donde finalmente decidió ser inhumado-, la herencia de una abundante cultura británica y el desapego por el francés y por España tienen sus raíces familiares y establecen parte de lo que será más tarde el acervo de "Georgie".

La decadencia física de "Padre" (muere en la ceguera, como las últimas cinco generaciones de Borges) provocará un cambio fundamental en la vida del escritor: A pesar de haber alcanzado la fama literaria apenas con 30 años, los oscuros empleos burocráticos en bibliotecas municipales comenzaron a trazar otra etapa de su literatura. Por recomendación del padre de Bioy, Borges ingresó en la biblioteca municipal Miguel Cané, donde el trabajo de 15 personas era cumplido por 50. Esa ociosidad burocrática, si bien lo enfermó de angustia, le permitió comenzar a trazar parte de los mejores poemas y cuentos que se hayan escrito en la Argentina.

La literatura fantástica, con raíces spencerianas, una amplia lectura de Stevenson y la profunda cultura oriental con que contaba Borges crearon ese género ensayístico-ficcional que nutrió las "Historia Universal de la Infamia" e "Historia de la Eternidad", que junto con "Ficciones" forman parte de su más valiosa narrativa. Esa formación se completa con el cruce de culturas que propusieron las revistas argentinas difusoras de la erudición europea: desde su paso fundacional por "Proa", hasta su lugar periférico pero siempre esencial en la mítica "Sur" de Victoria Ocampo.

Un Borges político. Si bien hace 25 años ingresó en la "Historia de la eternidad", como le hubiese gustado decir a él, otros recordarán, ya con un poco menos de enojo, que fue un antiperonista visceral desde el día en que un funcionario de la primera presidencia de Juan Domingo Perón, con indudable ironía borgeana, lo trasladó de su puesto en la Cané al "Cuerpo de inspectores de aves". Un exabrupto que concluyó con su vindicación de la Revolución Libertadora y un almuerzo con Jorge Rafael Videla.

No obstante, su ideología no fue tan lineal, ya que en cierta etapa de su formación admiró a Rosas y al "populista" Hipólito Yrigoyen. El tiempo menguó su efusión y lo colocó en el Partido Conservador porque "es el único que no puede generar pasiones políticas", satirizó. El resto de su vida será la ironía, el odio al peronismo y al rosismo y su consagración a la ficción, la mejor manera de alejarse de la política.

Pero para ser ecuánimes, digamos que si la literatura argentina tiene el prestigio que tiene entre los intelectuales del mundo (más allá de ese grupo de académicos beodos que le entregó el Nobel de Literatura a Winston Churchill y no se lo entregó a él porque había recibido una distinción de Augusto Pinochet) se lo debemos, primero que todo, a su erudición, una de las más grandes del siglo pasado.
Al fin y al cabo, Borges pidió que la posteridad le perdonara sus errores políticos y le concediera la gloria a sus mejores textos. Y eso haremos, nos quedaremos con el Borges que pintó el universo para pintar su aldea, el más universal de los escritores argentinos. El bardo ciego que escribió uno de los poemas más hermosos de todos los tiempos en todas las lenguas, aquel que comienza con la estrofa "Nadie rebaje a lágrima o reproche/Esta declaración de la maestría/De Dios, que con magnífica ironía/Me dio a la vez los libros y la noche".
Martín Ungaro

fuente: http://www.gacetamercantil.com/notas/1848/25-a%C3%B1os-borges-nadie-rebaje-l%C3%A1grima-o-reproche.html


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